sábado, 7 de junio de 2008

AL CAER LA NOCHE

Una tarde fría y oscura; por una calle mojada, con muros largos, grises y con grafitis, a paso lento caminaba una joven con la cara baja, con las manos en los bolsillos de su gabán negro. No se le veía muy bien la cara, solo se podía observar, bajo su gorro de lana negra y su bufanda en el cuello, negra también, un poco de su piel blanca, parecía de porcelana. Se notaba triste, como si estuviera apagada por dentro. Caminaba y caminaba, aquel callejón solo tenia salida al mar. Todas las tardes ella se acercaba allí y, bajo el atardecer, se posaba en las rocas que detenían la marea fuerte del anochecer, pasaba allí un largo rato y luego volvía.
Al pasar por las calles de su barrio, nadie la notaba; era como invisible, ella no se atrevía a mirar a las personas, solo abría la puerta de su humilde casa. Al entrar se veía entre la niebla del hogar una cama pequeña con alguien, un hombre, anciano, enfermo y completamente solo; un hombre al que la joven siempre acompañó. Se sentó a su lado, tomó un pañuelo y le limpió su sudorosa cara. El anciano despertó y al versa sonrió, con cara de alivio.
Al caer la noche, ella solo se quedaba allí, observando al anciano dormir. Ya tenía sus ojos cansados de no dormir. Al llegar el día, esperaba a que él abriera sus ojos; cuando lo hacía, de nuevo esbozaba una cálida sonrisa en su rostro, se levantaba, iba por un poco de comida y se la daba al anciano; luego se quedaba toda la mañana con él, recordando los momentos del pasado, en que ella siempre fue igual y él cambió hasta llegar a su vejez. Después de un rato, antes de atardecer, dejaba al anciano dormido y de nuevo se dirigía al mar. Pasaba allí, de nuevo, largo tiempo; observaba la marea, extendía sus brazos dejando que el fuerte viento pasara por ellos. Se veía como si quisiera tirarse a volar, disfrutaba , incluso sonreía.
Al rato, de nuevo al anochecer, volvió a su casa. Al entrar, notó que la casa estaba más oscura y fría que de costumbre. El viento entraba fuerte por las ventanas, movía bruzcamente las cortinas y tumbaba todo a su paso. La joven corrió inmediatamente hacia el anciano. El yacía allí, con sus ojos cerrados. Lo tocó y él no abría sus ojos; de inmediato, se aguaron los ojos de la joven. Desesperada lo sacudió fuertemente pero él no reaccionó. Al entender que ya no había nada que hacer, se alejó de la casa, regresó al mar con una canasta llena de flores, con el viento en su contra y las olas tratando de atrapar su cuerpo, las tomaba y las arrojaba al mar. Después se dio vuelta y caminó de nuevo, durante muchas semanas, se detuvo ante una casa grande y hermosa, abrió la puerta, subió las escalas al segundo piso y se dirigió a una habitación llena de luz, de donde provenía el llanto de un bebé. Se acercó a su cuna lo observó y el bebé sonrió.

miércoles, 14 de mayo de 2008



Esta foto es con mi mejor amiga un finde que me visito cuando vivia en Alfonzo Lòpez (Ciudad Bolivar)


Esta foto es del Cerro de Farallones en el municipio de Ciudad Bolivar
Les quiero pedir disculpas por no haber agregado nada a mi blog pero la verdad es q no tengo computer y por el estudio no he tenido tiempo....
pero ya saquè el ratico para hacerlo, espero que les guste lo poquito que pude poner...se cuidan

esta cabaña esta situada en una casa finca en el municipio de Hispania, fue en un paseo el año pasado.
Esta foto la tome cuando fui el año pasado a Coveñas en la excurciòn de once.